Voadora se estrena en La Abadía con ‘Hemos venido a darlo todo’, espectáculo vibrante y surrealista que tiene la música como gran protagonista

Una propuesta única e inusual, entre lo performativo, lo musical y el teatro experiencial, del 19 al 29 en la Sala Juan de la Cruz

Hemos venido a darlo todo, último espectáculo de la compañía Voadora, llega a La Abadía como una gran fiesta kitsch que busca la catarsis colectiva del público a través de la música electrónica. Una creación de José Díaz, Hugo Torres, Fernando Epelde y Marta Pazos, bajo la dirección de esta última, con escenografía de Carmen Triñanes, iluminación de Nuno Meira e indumentaria y caracterización de Fany Bello. El montaje podrá verse en diez únicas funciones, del 19 al 29 de septiembre, en la Sala José Luis Alonso.

Una propuesta única e inusual, entre lo performativo, lo musical y el teatro experiencial que cuenta con una propuesta dramatúrgica singular:

En 1977, la NASA realiza un ejercicio artístico de síntesis y perdurabilidad: enviar al espacio un vinilo de oro y algunos materiales extra que pretendían definir a la humanidad en su conjunto. Una selección musical que podríamos entender como un “Best of” de una comunidad orgullosa, confeccionado para sobrevivir al Planeta Tierra. A medio camino entre la Caja Negra y el popurrí de una especie tragicómica.

         
  

Cuarenta y dos años más tarde, Voadora revisa esos materiales que nos cuentan mucho más sobre nosotros mismos de lo que la agencia espacial nunca pudo imaginar.

Hemos venido a darlo todo parte de los samplers sonoros de aquellas músicas y los remezcla en directo para ofrecer una experiencia escénica que trata sobre las sutiles diferencias entre un acontecimiento, un acto y una epifanía. Un espectáculo que acaba por convertirse en un rito chamánico colectivo que nos invita a vibrar y compartir una felicidad súbita. A través de su característico gusto por lo retro y lo pop, Voadora nos propone un viaje hacia lo efímero, hacia lo primario… libre de controles y responsabilidades.

 Para la compañía se trata de todo un manifiesto: “Nuestro manual y nuestro pacto con la experiencia escénica desde el brillo de todos sus elementos, el movimiento, la música y las imágenes. Queríamos hacer un espectáculo dedicado a la música; no música para el teatro, sino teatro para la música. Ponerla en el centro y que fuera el teatro el que atravesara la música”, explica su directora, Marta Pazos.

“¿Dónde queda la perspectiva de género en aquella selección de tracks seleccionados para definir nuestra identidad? ¿Y la visión animalista? ¿Qué tiene que decirnos la selección contenida en los vinilos sobre la igualdad en términos raciales y sobre la propia idea de lo perdurable? ¿Dónde termina el código científico y empieza la fe? ¿De qué manera se inmiscuyen estos dos conceptos entre el pacto de ficción que firmamos con el espectador antes de cada función?

Este montaje juega a desplazar el centro del público ante el hecho teatral sin renunciar a la frescura, la extrañeza, el sudor y la energía de la música electrónica en lugares extraños porque, al fin y al cabo, hemos venido aquí a darlo todo”.

   

 VOADORA

 Lleva desde el año 2007 poniendo los medios para que suceda lo imposible.
Con un equipo formado por artistas complementarios de diferentes disciplinas (artes plásticas, música y escena), la compañía ha sorteado las trampas de la periferia convirtiéndolas en virtudes y parece encontrarse en un permanente estado de crecimiento, sumida siempre en una búsqueda constante de nuevos horizontes que le han hecho deslizarse por todos los lados de la creación contemporánea sin perder nunca sus señas de identidad.

Voadora ha trabajado dentro y fuera de nuestras fronteras en formatos reducidos, formatos gigantes, montajes colectivos de índole social, adaptaciones contemporáneas de textos clásicos, nuevas dramaturgias musicales… y un largo etcétera de incursiones en géneros en los que ha dejado siempre su impronta.

Sorprende la solidez de su carrera fundamentada, sin más, en una apuesta firme por el cuidado de cada elemento, en una exigencia rigurosa y un amor extremo al arte. Una visión ética del trabajo teatral, ajena al cinismo y cuyos ecos resuenan dentro y también fuera del escenario. Pero, quizás, lo más reseñable en este caso,
no sea la impronta que la compañía ha dejado en esas piezas, sino la huella que todos esos montajes ha dejado en Voadora, que se presenta, a día de hoy, como una potente máquina de generar experiencias y preguntas sin respuesta.

De entre sus espectáculos recientes, se pueden destacar: Don Juan, Sueño de una noche de verano y Garage.

 

      

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