“Llevaba casi dos años sin hacer teatro. Tenía que volver a encontrarme con personas en una sala de ensayo y me dije ‘me tengo que divertir un poco'”
Selam Ortega, Carlos Pulpón y Elisa Forcano (de izda. a dcha.) | Foto: Lucía Romero
La esperada obra de Cristo está en Tinder, del director de escena de teatro contemporáneo, dramaturgo y escenógrafo hispano-argentino Rodrigo García, llega al Teatro de La Abadía desde el 25 de mayo hasta el 11 de junio. Tras casi dos años de ausencia escénica en España y tras haber dirigido el Centre Dramatique National de Montpellier (Francia), vuelve con esta propuesta de la que ha hablado con los medios, junto a Juan Mayorga, director artístico de La Abadía. “Uno de los momentos de mayor alegría fue esa mañana que llamé a Rodrigo y le dije que mi deseo fuera que su Teatro se mostrase en La Abadía”, comenzaba el encuentro Mayorga, a lo que añadía: “Es uno de los autores más importantes de la escena española. Es extraordinariamente influyente y lo ha sido en autores aparentemente distantes en sus poéticas y objetivos”.
El director de la obra, ha hablado sobre el proceso creativo que ha supuesto la propuesta y comentaba que su idea de partida no era un tema concreto que “es lo normal. Yo tuve una imagen con una moto embarrada y una persona montada encima cubierta de barro. A partir de ahí empecé a trabajar. Pero es un proceso que me ha llevado un año y medio largo”. El director afirmaba la dificultad para resumir las 400 páginas iniciales de un texto en las que había “reflexiones, ideas” que esperaban a tomar forma con intérpretes desconocidos hasta ese momento para él. “Llevaba casi dos años sin hacer teatro. Tenía que volver a encontrarme con personas en una sala de ensayo y me dije ‘me tengo que divertir un poco‘”. De este modo, “para llegar más frágil a trabajar, decidí prescindir de mis actores habituales. Me junté con otras generaciones porque quería comprenderlas, entender su mundo, el mundo que vivimos actualmente”.
Precisamente, el autor reflexionaba sobre este hecho al afirmar que “he estado incómodo con esta forma de vivir con redes sociales como la que viven ellos y ellas. Me llaman poderosamente la atención, pero yo he decidido no participar en ellas. Lo miro casi con ternura, con mirada de viejo”. De hecho, esta es una de las lecturas que pueden extraerse de la obra en cuestión, “se ve el asombro en esta forma de comunicarse, de comunicarnos, somos casi turistas. Hay una cierta decadencia del mundo“.
Para llegar a ese punto, el director ha trabajado con tres intérpretes, Elisa Forcano, Selam Ortega y Carlos Pulpón, acompañados de un guitarrista (no-actor), Javier Pedreira con los que Rodrigo se ha sorprendido de su “capacidad natural” para improvisar y poner en escena ciertos fragmentos del texto: “En nuestro caso debemos crear un ambiente lúdico”. El director ha recurrido al movimiento de los intérpretes, los cuales tienen experiencia en danza, a la fotonovela y al playback porque “quería hacer cosas un poco gamberras, y al límite, que se note que no me importaba hacer el ridículo. Pienso que el mundo en el que vivimos es completamente ridículo, así que quise responder con más ridiculez”.
En paralelo a la representación de la obra, Rodrigo García también ha presentado su exposición acerca del proceso creativo en el Absidiolo del Teatro de La Abadía. Bajo el título, Proceso de creación, se incluyen dibujos, manteles con bocetos, algún objeto y un vídeo. Podrá verse de manera gratuita durante los mismos días de representación para ahondar más en uno de los directores teatrales contemporáneos más relevantes de los últimos años.
El Teatro de La Abadía acoge y coproduce esta pieza, junto a Festival Actoral (Marsella), Festival Next (Valenciennes), resultado de un intenso proceso creativo después de que en 2018 viéramos su última pieza en España, Enciclopedia de fenómenos paranormales Pippo y Ricardo (2018). Asimismo, su última participación en la Abadía fue con Makers, del que fue coautor con Agustín Fernández Mallo y Oscar Gómez Mata.