En la novela de Sergio Bizzio, su protagonista se esconde en el desván de una mansión para poder aferrarse a la vida
Claudio Tolcachir trabaja con su equipo el montaje teatral Rabia en una sala de ensayos del barrio de Guindalera de Madrid. Ellos son el actor, director y maestro de actores Lautaro Perotti y las creadoras escénicas María García de Oteyza y Mónica Acevedo. El universo sonoro y visual del montaje comienza a verse en la oscuridad de la sala gracias a Sandra Vicente y Emilio Valenzuela, respectivamente. Rabia puede entenderse como un trabajo unipersonal sobre la novela homónima de Sergio Bizzio, pero lo cierto es que es un trabajo colectivo pensado para ser interpretado por un solo actor. Es por eso, quizás, que los que se percibe en la escena es poliédrico, múltiple. La compañía sigue en un trabajo de ensayo-error, probando, como si de un laboratorio se tratara, pero pronto podrá verse en la sala Juan de la Cruz del Teatro de La Abadía. Será el 14 de septiembre y hasta el 8 de octubre. Comienza la cuenta atrás.

Claudio Tolcachir en pleno ensayo | Foto: Lucía Romero
Un aparente thriller que esconde un mundo sensorial
Tolcachir cuenta que Rabia es de esos textos que te atrapan y no te dejan irte. “Me había impactado muchísimo. Tenía muchas imágenes de la novela demasiado presentes, más de lo normal. Había algo en particular que me conmovía y era recordar los puntos de vista de él. Desde dónde miraba, desde dónde escuchaba. Es una novela muy sensorial, porque hay cosas que el personaje no ve, pero siente, huele, pasan cerca”, explica en un descanso del ensayo. “Te ataca el cuerpo. Así que en un momento tuve la intuición de que podía ser un monólogo”, añade. ¿Y cómo un solo actor puede representar una novela, la multiplicidad de personajes y de acciones? Porque si algo tiene el texto de Bizzio es que estamos ante una narración que es “pura acción”, como afirma quien también interpreta el texto. Este es el reto al que se enfrentan.
“Nos planteábamos desde el principio un proceso creativo de investigación sobre el material” explica Lautaro Perotti. “Partimos de algo muy bueno que es la novela de Sergio Bizzio. Por suerte yo la había leído y pude meterme en el mundo que él me proponía sin la presión de saber que la iba a llevar a escena. Y algo que pasa en la lectura es que es muy personal la construcción de imágenes. Cada uno inventa, piensa, imagina… Y algo de esto queríamos que sucediera en el escenario”, continúa. “Ser fieles al material y conseguir en el escenario lo que se consigue leyendo la novela. No contarte cómo es José María, sino que tú lo veas. No mostrarte la mansión, sino que tú la sientas”. Cuentan que probaron todo: la primera persona, mostrar más, mostrar menos, ser más realistas, menos… pero sabían que siempre había que volver al original. “La primera pregunta que te planteas es: ¿Esto cómo se hace?”, afirma María García de Oteyza. “Quizás ese impulso, descubrir cómo se va a hacer, es motor. Saber que parte del trabajo es ese. Investigar cómo convertir esto en monólogo y probar. Una sensación de que el escenario nos iba devolviendo qué necesitaba esta obra”, cuenta García de Oteyza. “Pero siempre volvía la pregunta ‘¿qué sentíamos al leer la novela?’. Cuando dudábamos si estábamos eligiendo lo correcto, había que volver a retomar qué habíamos sentido al leer la novela por primera vez”.
“Rabia es una novela muy especial, que invita a hacer un viaje que te atrapa desde el principio y no te suelta hasta el final. Y era importante para nosotros que el espectador y la espectadora puedan compartir una experiencia similar a la que tuvimos los cuatro al leerla”, añade Mónica Acevedo, que reconoce que el proceso está siendo muy fluido. Algo en lo que todos están de acuerdo. “Divertido y orgánico”, afirman. Se han dejado llevar y han permitido que la novela sea en escena. Y ahí radica el pilar de la propuesta de la compañía. El actor no interpreta al protagonista, un personaje lleno de contradicciones. Tampoco interpreta varios personajes al tiempo. “Soy todos ellos, no soy ninguno”, reflexiona Tolcachir. Interpreta la propia novela en sí. El personaje es finalmente la propia Rabia.
El 14 de septiembre el público podrá disfrutar de un montaje que definen como “atrapante, apasionante, inquietante y conmovedor”. Entradas ya a la venta aquí.
Un artículo de Antonio Rincón-Cano #ComunicaciónAbadía