“Lo mataron todo menos mi alma”

Hay alguien en el bosque, dirigida por Anna Maria Ricart, reivindica el teatro documento y de la memoria con una historia que da voz a las mujeres víctimas de la guerra de Bosnia-Herzegovina

Es 1992. En España, los Juegos Olímpicos de Barcelona acaparan los titulares. Sin embargo, a apenas dos horas y media de la ciudad condal se libra una guerra cruel (como todas las guerras) que, sin embargo, pasa desapercibida para la mayoría. La guerra de Bosnia-Herzegovina (1992-1995) es un ruido de fondo que no deja apartar la mirada de los éxitos deportivos, de Montserrat Caballé cantando con Freddie Mercury y de la llama del pebetero. Pero la dimensión del conflicto se acrecienta, y como sucede en todos los campos de batalla, entre las víctimas se sitúan los cuerpos de las mujeres que, de un lado y de otro, sufren las consecuencias de la guerra librada por los hombres. De aquellas heridas y del sufrimiento de esas mujeres va Hay alguien en el bosque, bajo la dramaturgia de Anna Maria Ricart y la dirección de Joan Arqué Solà que llega al Teatro de La Abadía el 23 de marzo, tras su estreno en 2020 en el Temporada Alta.

Un trabajo multidisciplinar

Hay alguien en el bosque es el resultado de un proyecto plural que bebe de diferentes fuentes. La primera de ellas se produce a partir del libro Como si yo no estuviera (Anagrama, 2001), de la escritora croata Slavenka Drakulic,  ejemplar que cae en manos de Joan Arqué Solà y rápidamente propone a Anna Maria Ricart para que lo lea y lleve a cabo una posible adaptación. Sin embargo, en este proceso creativo, la lectura de Drakulic no es suficiente. El pasado como periodista de Anna Maria Ricart y la fe y la necesidad de contar esta historia, les lleva a viajar a Bosnia para realizar in situ entrevistas a varias mujeres, víctimas de violaciones, a tres hijos fruto de aquellas, a un criminal de guerra y a varias asociaciones que trabajan sobre el terreno luchando por no silenciar sus testimonios.

Una vez recabado todo el material, Anna Maria Ricart da forma al texto de la obra, no sin que se le plantee un conflicto ético, “¿cómo podría yo ser capaz de escribir mejor lo que les pasa que la manera como lo cuentan ellas?”. Así es como la dramaturga decide respetar una por una las palabras de los relatos de Nevenka, Milica, Meliha, Alen, Ajna y Lejla, sus dudas, imprecisiones y silencios. Junto a ellos, Anna Maria Ricart involucra al equipo y pregunta qué estaban haciendo todos ellos en el 92 y qué sabían de aquella guerra que se libraba no muy lejos de dónde vivían. “A partir de todos ellos, fui construyendo la obra”.

Hay alguien en el bosque, un teatro verbatim documentado contra el silencio

En paralelo a la obra teatral, Teresa Turiera-Puigbò en colaboración con Cultura i conflicte filma entonces un documental, de título homónimo, que toma el testimonio de las personas que participan en él, así como de las experiencias de las actrices y actores de la obra, entre los que se encuentran Ariadna Gil, Chantal Aimée, Òscar Muñoz, Madga Puig, Judit Farrés. Erol Ileri y Pep Pascual. Ellas y ellos no solo representan a las mujeres que sufrieron la guerra en sus cuerpos, sino también a los hijos nacidos de las violaciones y a los criminales de guerra. “Era inevitable preguntarnos constantemente, ¿con qué legitimidad íbamos a apropiarnos de sus palabras? ¿Y cuál era la distancia que mantuvimos con ese horror?”, asegura la periodista y directora del documental que da pie a la obra.

El resultado es un teatro verbatim que requiere de una digestión lenta por parte del público, el cual, pese a enfrentarse a unos hechos duros, también logra que este se sorprenda. “No es un montaje oscuro. No es una recreación del dolor, sino una reflexión sobre dónde empieza la guerra y dónde acaba…. Además, los intérpretes recordamos dónde estábamos en ese momento, aquí, en la España de la Barcelona’92. Y la música, la propuesta de la escenografía, todo ayuda a que no sea el dolor por el dolor”, apunta Ariadna Gil.

Hay alguien en el bosque (teatro) from Cultura i Conflicte on Vimeo.

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