El proyecto de mediación artística ‘La Abadía cruza la calle’ celebra su fin de curso con las muestras de los grupos infantil y adulto y del curso Jóvenes Creadores bajo el lema “Si existe y si no existe, sería bonito crearlo”.
La Abadía presenta la próxima semana el resultado del trabajo de estos meses en ‘La Abadía cruza la calle‘ y en el curso Jóvenes Creadores. Bajo el lema “Si existe y si no existe, sería bonito crearlo”, todos los grupos de estos cursos regulares están listos para mostrar al público general lo que han aprendido a través de los espacios de juego y de creación abiertos a las diversas realidades de la ciudad. Los días para ver las muestras serán el miércoles 22, el jueves 23 y el viernes 24 de mayo en la sala José Luis Alonso.
Sara Velasco y Aida Villar son las profesoras que junto a las dramaturgas, Lucía Cerván y Sonia Sánchez, han acompañado al alumnado a lo largo de estos meses bajo la mirada de Rosario Ruiz Rodgers, coordinadora del proyecto ‘La Abadía cruza la calle’ y del Centro de Estudios de La Abadía. “Facilitar el encuentro de mundos diversos es parte de las tareas de un teatro; relatos que se contraponen, estilos que se diversifican, generaciones distintas de personas… Todo ello lo aportamos con la mediación artística a la labor que hacemos desde La Abadía para interactuar con el público”. De esta manera, y a lo largo de seis años consecutivos, ‘La Abadía cruza la calle’ ha emprendido cada vez nuevos retos y, “con paciencia, va enraizándose en nuestro entorno”, concluye Rosario.
Un viaje por tres propuestas
TantoSara como Aida, actrices y pedagogas veteranas en el proyecto, comentan que”lo más emocionante para nosotras es que después de tantos años sigan queriendo venir a teatro, sintiendo el espacio de La Abadía como propio y generando un sentido de comunidad”. Durante los años que llevan impartiendo el proyecto de mediación artística ‘La Abadía cruza la calle‘, aseguran que “algunos nos acompañan desde el principio, otros nos dejan repentinamente, pero todos encuentran en las artes escénicas un medio para contar y compartir”. Sin embargo, recalcan que “lo más relevante de este año es que los límites entre los chicos y chicas de las Residencias y los que viven con sus familias se han diluido”. El miércoles 22 de mayo, a las 19 h, se podrá disfrutar de las propuestas de los tres grupos distribuidos en edades comprendidas entre los 6 y 16 años, donde presentarán sus piezas El monstruo rosa, El extraterrestre Plórax y Tú lo sabías.
Los adultos también cruzan la calle
Al igual que el grupo de los más jóvenes, ‘La Abadía cruza la calle‘ también trabaja con un grupo formado por los usuarios del Centro de Día con diversidad funcional, el Equipo de Atención Social Comunitaria Chamberí INTRESS y vecinas, vecinos del barrio. Haciendo énfasis en la contextualización del teatro, el compromiso y el humor se logra derribar cualquier estigma o prejuicio. La responsable de la dramaturgia, Sonia Sánchez, ha acompañado al grupo en las tareas creativas “potenciando las habilidades personales, la libertad creativa y la imaginación. Todos ellos han sido los pilares sobre los que hemos asentado la creación escénica resultante”, afirma. Para que yo pueda decir mi nombre, con dramaturgia tanto de Sonia Sánchez como de Sara Velasco, podrá verse el jueves 23 de mayo, a las 20 h. Una propuesta creada a partir de las improvisaciones del grupo para hablar de la memoria colectiva, la identidad y para rendir homenaje al legado de nuestros antepasados.
El trabajo del primer curso de Jóvenes creadores
Por último, las exhibiciones se cierran con la muestra del grupo de chicos y chicas del primer curso de Jóvenes Creadores que ha contado con la dramaturgia de Lucía Cerván, egresada de la RESAD de Madrid. Como comenta “ha sido esperanzador descubrir el corazón de ‘La Abadía cruza la calle‘, pues es un proyecto que persigue con tesón mejorar la calidad de vida de las adolescentes a través de un espacio de creación escénica”. En la pieza Hoy he dicho no, que se podrá ver el viernes 24 de mayo, a las 20 h, sus creadoras y creadores hablan de territorio, de propiedad, de límites y de lo que pasaría si estos se traspasan. Así, “desde el rol de la dramaturgia, fue un regalo poder recoger el sentir de personas con tanto que contar y gritar, los cuales he intentado congelar de la forma más respetuosa y fiel posible, creando junto a ellas una historia de límites, de eso que a veces creemos imposible, pero que tan solo hay que aprender a cambiar”, afirma Lucía.