Cabelo branco é saudade

Sobre la obra

Se puede tratar quizás de una idea feliz de producción: reunir en un escenario a tres glorias más o menos escondidas de la más antigua práctica del fado y a uno de los más jóvenes herederos de la vieja tradición de los barrios de Lisboa, dejándoles cantar la saudade, la pérdida y -ahora y siempre- el amor. La fascinación de un cantante de la tradición casi perdida del fado romántico, la voz más grave de la noche de Lisboa: Alcindo de Carvalho. La increíble técnica de una mujer, la de edad más avanzada, cuya discreción, inteligencia y cosmopolitismo la mantuvieron tantos años oculta detrás de un apellido fantástico: Celeste Rodrigues. La incandescente orientalidad de una fadista que aúna lo castizo y lo místico, con requiebros y vocalizaciones líricas, descubierta desde 1994 para el público europeo y los escenarios de los grandes teatros portugueses: Argentina Santos. El sorprendente énfasis lírico de una voz portentosa de la escuela de las Casas de Fado: Ricardo Ribeiro.
Podía ser sólo esto, pero es más: es el escenario que va al encuentro del fado “tal como se solía cantar” antes de convertirse en espectáculo, al encuentro de la vitalidad de intérpretes que resisten y se rejuvenecen. Y todo esto en una suerte de teatro, de la mano de un director -Ricardo Pais- que, desde 1994, persiste en dar al fado la misma dignidad escénica que se le confiere a cualquier otra forma de drama.