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Good Tidings (Buenas Nuevas), un emotivo montaje que evoca a través de cartas y postales el sino de un joven judío polaco en vísperas de la II Guerra Mundial

Este espectáculo de origen israelí, dirigido por Naomi Yoeli, forma parte del ciclo Partir/Venir/Quedarse, que da voz a exiliados y refugiados a partir de testimonios reales

El 20 de junio se celebra en todo el mundo el Día Internacional de los Refugiados y, a modo de homenaje y como colofón a una temporada dedicada a la memoria histórica, el Teatro de La Abadía ha organizado ‘Partir/Venir/Quedarse’, un ciclo dedicado a emigrados, exiliados y refugiados que tiene lugar entre el 30 de mayo y el 23 de junio. El programa cuenta con la complicidad de la Embajada de Israel en España, Centro Sefarad-Israel, Casa Árabe, la Embajada de Suecia en España y Proyecto Paramythádes, y lleva a escena historias duras, cargadas de emotividad, a partir de testimonios reales.

El ciclo comenzó el día 30 de mayo con Kalimat (Palabras), una obra de Helena Tornero que recogía las experiencias personales de los refugiados en el campo de Nea Kavala, al norte de Grecia, y continuaba con Ankomsten (Avistamiento), basada en la novela gráfica del premiado artista Shaun Tan, The Arrival (Emigrantes). Esta semana llega el turno de Good Tidings (Buenas Nuevas), un trabajo escénico de enorme sencillez, en parte cantado a cappella, en el que los actores van evocando sucesivamente a los diferentes miembros de la familia, con emoción, a través de cartas y postales.

Good Tidings (Buenas Nuevas)

Good Tidings (Buenas Nuevas) podrá verse a las 20:30h en la Sala José Luis Alonso entre los días 6 y 8 de junio. En ella, su directora, Naomi Yoeli cuenta la historia de su padre, tal y como ella fue descubriéndola a través de la correspondencia que sobrevivió a una inundación de su apartamento. Escritas entre 1936 y 1941, originalmente en yidis y polaco, estas más de cien cartas y tarjetas reflejan la comunicación entre un joven que se fue a vivir a Palestina, entonces bajo mandato británico, y sus familiares que quedaron atrás en la Galitzia oriental, en la localidad Ternópil, cuya población era mitad polaca mitad judía y ucraniana. El contacto entre ellos terminó de forma abrupta con la Operación Barbarroja y los alemanes entrando en la ciudad. “Probablemente tendremos que ir a vivir a otro sitio, así que será mejor que dejes de escribirnos.”

Las cartas eran, naturalmente, el principal medio de comunicación en esa época. Contenían noticias y felicitaciones, pautas y expectativas. Eran un intento de mantener el contacto pese a la separación física por la distancia. El acto de escribir y enviarlas era un ritual, que tenía por objetivo sacralizar el vínculo familiar con su hijo en Palestina.

La mayoría de las cartas contenían aportaciones de varios miembros de la familia. La razón principal era la económica, porque enviar cartas era caro, pero también formaba parte del ritual; reflejaba la voz unida de una familia, aunando las voces individuales de cada uno.

      

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El ritual de escribir y enviar cartas iba acompañado de otro ritual, que se menciona en la correspondencia, el de recibir y leer las cartas del destinatario. El hijo en Palestina escribía a su familia con menor frecuencia que estos a él, por razones que solo podemos conjeturar por lo que las cartas omiten. De ahí la frustración de la familia, que es un motivo constante a través de la correspondencia:

¿Por qué no escribes? ¿Por qué no nos das detalles? ¿Por qué no nos cuentas nada de ti?

Estas preguntas se repiten continuamente, en un tono entre reproche y súplica.

Yoeli encontró las cartas de forma casual cuando realizaba una reforma en el cuarto de baño y, desde entonces, las considera “objetos capaces de capturar el espíritu”. Ahora, en pleno siglo XXI, la hija que se ha criado en Israel reconstruye a través de los mensajes y unos pocos objetos este testimonio personal, que es a la vez una mirada al pasado europeo-israelí.

Naomi Yoeli

             

Naomi Yoeli ha trabajado como directora y actriz, en teatro, teatro de objetos y títeres, y performance, además de dedicarse a la investigación escénica y la escritura teatral. Nacida en Jerusalén en 1950, estudió Teatro en la Universidad de Tel Aviv e investigó sobre ceremonias israelíes como fenómeno teatral. Tiene más de veinte años de experiencia en la enseñanza de las artes escénicas, en sus diferentes disciplinas, y ha actuado en muchos festivales, tanto en Israel como en otros países.

Formó parte del consejo artístico del Festival Akko de teatro alternativo (2002-04) y del Train Theatre (desde 2004). A menudo ha trabajado para el público infantil con el teatro de papel, por ejemplo. Pájaro de lluvia (2004), que se ha presentado en festivales de Corea, Francia y otros países, utiliza el origami para contar un cuento sobre sostenibilidad.

En los últimos años ha desarrollado espectáculos como free lance, con títulos como Tía Frieda: el museo (2006), premio al mejor espectáculo del Festival Akko, Performance language (2007), premio del Fringe Theatre, Entre calendarios (2008), a partir de la novela homónima de Nativa Ben Yehuda, realizado en colaboración con la Ruth Kanner Theatre Group (premio a la mejor adaptación y al mejor espectáculo en el Fringe Festival).

  

Con la compañía de Ruth Kanner, de Tel Aviv, realizó también la obra Bañadoras (2003). Explosive: War Tourism (2009) en la que utilizó muñecas de porcelana, bloques y un pequeño autobús. El público recibió prismáticos para ver las figuras, turistas israelíes tratando a los palestinos con desdén. Mientras tanto, se proyectaban imágenes digitales en una gran pantalla, y el trabajo culminó con un asesinato durante la ofensiva de Gaza de 2009 de una niña palestina en un bombardeo israelí.

Además, Yoeli recibió el Premio Landau a la Excelencia Teatral 2008 y el premio a la mejor actriz del Fringe Theatre 2009.

 

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