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Carme Portaceli trae a La Abadía un montaje sobre la invisibilidad y el sufrimiento de la mujer durante la Guerra Civil

Este texto de Carmen Domingo, en cartel hasta el 17 de abril, pretende hacer un justo homenaje las luchadoras y mujeres anónimas que fueron represaliadas y condenadas al silencio

Desdeel próximo 30 de marzo podrá verse en el Teatro de La Abadía Solo son mujeres, un texto de Carmen Domingo dirigido por Carme Portaceli que habla de la invisibilidad y el sufrimiento de la mujer durante la Guerra Civil y de la Memoria Histórica, clave esencial para mirar al futuro. Justo homenaje a todas las luchadoras y mujeres anónimas que fueron represaliadas y condenadas al silencio. Este montaje multidisciplinar donde confluyen interpretación, danza y música, que permanecerá en cartel hasta el 17 de abril, cuenta en escena con Mìriam Iscla, que interpreta a las mujeres de las cinco historias, Sol Picó en representación de todas las mujeres del mundo, y Carmen Conesa, como voz del inconsciente. La cantante y compositora Maika Makovski firma la música original.

Solo son mujeres cuenta la historia de cinco mujeres que viven la terrible guerra y sus secuelas. Realidad y fantasía juntas ficcionando algunas historias que sucedieron en la vida real. Mujeres que pasaron por Las Ventas, Saturrarán, Amorebieta, Les Corts, Valencia, Palma de Mallorca, Sevilla, Málaga, Melilla, Segovia y tantos otros centros penitenciarios exclusivamente femeninos. Allí iban mujeres que eran esposas, madres, hijas, hermanas, pero también y sobre todo militantes, sindicalistas, guerrilleras y luchadoras incansables por la democracia y por los derechos adquiridos durante la Segunda República. Desde allí hablan las protagonistas de Solo son mujeres, que, en palabras de su autora, “aunque es el reflejo de una situación histórica concreta, es un llamamiento universal al reconocimiento a esas centenares de miles de mujeres inmersas en conflictos bélicos de diferentes índoles y en diferentes países que lucharon para crear un mundo mejor y en muchos casos murieron en el intento”.

La República significó para las mujeres la conquista del espacio público: el derecho a voto, la educación y el divorcio son un reflejo de un espíritu liberador que el régimen franquista arrancó de cuajo. Como consecuencia, la represión de la mujer en la dictadura franquista fue por una doble razón: por “rojas” y por liberadas. “El castigo también fue doble”, explica Carme Portaceli: “las mujeres fueron juzgadas y condenadas por tribunales militares por delitos “de auxilio, incitación o exaltación a la rebelión”, es decir, por rojas. Y no se les consideraba presas políticas, se las consideraba delincuentes comunes. De esta manera no había testimonios de lo que sucedía en las prisiones, no se hacían públicos los crímenes de la humanidad que se cometían en las prisiones. Nadie sabía lo que pasaba”. Se produce de nuevo la reclusión en el espacio doméstico y el uso de la mujer como botín de guerra.

 

Ficción y realidad

Las historias en las que se inspira el montaje están basadas en casos reales de mujeres que sufrieron la violencia y la injusticia del momento: entre ellas, Matilde Landa, militante del Partido Comunista de España y actualmente considerada como uno de los símbolos más significativos del importantísimo movimiento de las mujeres contra la dictadura franquista. Durante la guerra fue destinada a un hospital donde se dedicaba a cuidar niños, a los que además ayudó en su evacuación fuera de España, incluyendo a su propia hija. En 1939 fue encarcelada en Las Ventas. Allí creó la Oficina de Penadas, un gabinete de asistencia jurídica a las prisioneras, la mayoría analfabetas. Fue procesada por un/el? Consejo de Guerra, pero le conmutaron la pena por influencia de sus hermanos. La trasladaron a Can Sales, en Mallorca, una de las prisiones más terribles del Estado.

Allí era la única universitaria y eso la convirtió en un referente moral entre las presas. Intentaron que accediera a bautizarse para utilizarla como modelo de conversión. No pudo resistir el chantaje y las muertes que su resistencia acareaba y, finalmente, se suicidó tirándose desde la galería.

Otra de las protagonistas está inspirada en Amparo Barayón. Casada con el escritor Ramón J. Sender,trabajó en organizaciones anarquistas. Era católica, de una familia de derechas de Zamora, vital y con dos hijos. Su marido se alistó en el ejército republicano y partió a la guerra. Cuando se produjo el Golpe de Estado la familia estaba de vacaciones. Su marido huyó a Madrid para refugiarse y le aconsejó a ella que volviera a Zamora con su familia. Allí fue denunciada a las tropas fascistas por su cuñado que de esa manera se quedó con todas las tierras de la familia. La fusilaron siete meses más tarde delante de la tapia del cementerio de la ciudad.

Tomasa Cuevas ingresó en las Juventudes Comunistas de España a los 14 años. Fue detenida, brutalmente torturada en Vía Layetana y encarcelada en Les Corts. Con la libertad provisional huyó a Francia y después a Praga. Fue la primera en darse cuenta de que en las prisiones de mujeres no había testigos de los crímenes de que se cometían contra ellas, por eso, una vez fuera de la cárcel, se dedicó a recoger testimonios de las presas por muchas de las cárceles de mujeres.Por esta labor fue galardonada con La Creu de Sant Jordi y la Medalla al Mérito. En ambas ocasiones reivindicó la memoria de las mujeres represaliadas.

 

 

 

 

 

 

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